Los aranceles, un freno al ingenio humano y a la cooperación voluntaria
Los aranceles no solo encarecen productos, sino que bloquean el proceso de descubrimiento empresarial, sofocando la creatividad y el progreso espontáneo que surgen de los mercados libres. Desde la visión libertaria, los aranceles son un ataque directo a la soberanía individual, un tributo al mercantilismo y una prueba de que los gobiernos prefieren el control sobre la libertad. Aquí el análisis crítico y las alternativas:
1. Los aranceles como distorsión coercitiva del conocimiento
Los aranceles actúan como un muro artificial que impide a empresarios y consumidores descubrir mejores formas de cooperar:
- Precios adulterados: Un arancel del 25% al acero en EE.UU. (como el de Trump en 2018) elevó los costos para fabricantes de maquinaria, obligándolos a usar materiales menos eficientes o despedir personal. El resultado: menos innovación y más dependencia estatal.
- Señales falsas: Como explicó Hayek, los precios transmiten información vital. Los aranceles distorsionan esa información, llevando a inversiones en sectores artificialmente “protegidos” (ej: México subsidia maíz ineficiente con aranceles del 45%, mientras importa el 40% de su consumo).
- Caso histórico: Los aranceles británicos del siglo XVIII al hierro sueco retrasaron la Revolución Industrial al encarecer insumos clave para máquinas de vapor.
2. El mito de la “protección industrial”: Cómo los aranceles matan empleos reales
Los políticos justifican aranceles para “salvar industrias estratégicas”, pero en realidad destruyen más empleos de los que crean:
- Costo oculto: Por cada empleo “protegido” en la siderurgia estadounidense, se pierden 16 en sectores que usan acero (automotriz, construcción). En 2023, los aranceles de Biden a China costaron $1,700 por hogar estadounidense.
- Ejemplo mexicano: Los aranceles del 50% a la ropa usada (para “proteger” la industria textil) encarecieron la vestimenta para familias pobres, sin reactivar un sector que perdió 100,000 empleos desde 2000.
- Dato clave: El 80% de las PyMEs mexicanas depende de insumos importados; los aranceles las ahogan sin beneficiar a monopolios locales.
3. El descubrimiento empresarial ahogado: Casos que nunca existirán
Los aranceles no solo dañan lo existente: impiden lo posible. Imagine:
- Startups truncadas: Una empresa mexicana que podría fabricar paneles solares con silicio chino a bajo costo, pero no puede por aranceles del 30%.
- Tecnologías bloqueadas: Agricultores africanos que no acceden a drones agrícolas baratos por aranceles “protectores” de equipos electrónicos.
- Cooperación imposible: Una alianza entre ingenieros argentinos y programadores indios para crear IA en salud, frenada por restricciones a la importación de hardware.
Como dijo Mises: «El intervencionismo no es una alternativa al mercado: es un sabotaje a la civilización».
4. Alternativas libertarias: Desmantelar barreras, no construir muros
La solución no es regular mejor, sino eliminar la coerción:
- Abolición unilateral de aranceles: Como Hong Kong (sin aranceles desde 1945), permitiendo que consumidores y empresarios elijan libremente.
- Tratados privados: Cámaras de comercio transfronterizas que certifiquen productos sin burocracia estatal (ej: sistema Autorización Comercial Rápida entre Texas y Nuevo León).
- Tecnología antifrágil: Blockchain para contratos inteligentes que autoricen importaciones en minutos, sin intermediarios.
- Educación en libertad: Enseñar cómo el proteccionismo perjudica a los más pobres (el 30% del salario mínimo en México se gasta en alimentos encarecidos por aranceles agrícolas).
5. El verdadero progreso: Cooperación voluntaria vs. planes centralizados
El artículo acierta al señalar que los aranceles paralizan el progreso, pero debemos ir más allá: el progreso no es un fin a alcanzar, sino un proceso emergente de millones de intercambios libres. Cuando los gobiernos bloquean estos intercambios con aranceles, no solo roban riqueza: roban futuro.
Conclusión: La libertad comercial es un derecho humano
Los aranceles son un crimen contra la creatividad, un impuesto a la curiosidad y una negación del derecho natural a cooperar. Como advirtió Bastiat: «Cuando los bienes no cruzan fronteras, los ejércitos sí». En Solución Mutua, creemos que el único arancel aceptable es 0%, y la única protección necesaria, la de los derechos individuales.
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